Acomodaba su cama, estirando las sábanas y colocando sus almohadas una sobre otra después de tener su aburrida rutina que llevaba tres semanas haciendo; la cual consistía en despertar un poco más tarde de lo normal, hacerse el desayuno, el cual siempre sobraba pues aún no se acostumbraba a la ausencia de su hija. Volver a la habitación para cepillarse los dientes, tender la cama, y cambiarse a su ropa deportiva y salir a correr al parque cerca de su casa.

Ese día olvidó tender la cama antes de salir, por lo que, después de llegar y tomar una larga ducha, la acomodó. Tomó su laptop y bajó a la sala de estar para hacer su trabajo en casa.

El timbre se hizo resonar por todos lados. Revisó su celular antes de ponerse de pie, esperando tener el mensaje de Jungkook pidiéndole abrir la puerta, o avisándole que iría, pero no fue así. Su bandeja vacía, sin ninguna notificación de mensajes.

Sonrió de oreja a oreja cuando al abrir la puerta, Hoseok apareció en esta con dos bolsas de sushi y arroz frito.

—Creí que estabas en la etapa de un papá aburrido porque no tiene a su hija que lo moleste —rió al entrar.

—Está siendo complicado adaptarme al silencio de la casa —se encogió de hombros, ayudándolo a llevar una bolsa a la cocina.

Hoseok empezó a dejar todo sobre la isla, mientras que Jimin tomaba los platos y los llevaba al comedor. No solía estar tan en contacto con Hoseok, debido al poco tiempo que tenía por su trabajo, sin embargo, su amistad permanecía, recobrando el tiempo perdido en cualquier visita.

—¿Qué tal lo de Ibiza? —preguntó Hoseok con tono coqueto, al igual que la sonrisa que se asomaba de sus labios—. ¿Disfrutaste?

Jimin sonrió y agachó la cabeza al escuchar ese tono burlesco, pues estaba en lo correcto si pensaba en lo mismo que él.

—Mucho —se sinceró—. Hubo cosas interesantes —arrugó su entrecejo.

Hoseok abrió su boca, dándole un golpecito en el hombro, que lo hizo reír apenado. Caminaron con los recipientes de comida en sus manos hasta el comedor, donde se sentó uno al lado de otro.

—Cuéntame, hoy seré buena compañía que escucha.

Jimin empezó a contarle todo, desde cómo tuvieron que compartir habitaciones, hasta el final donde fue un Jimin soltero y feliz divirtiéndose con Jungkook. Incluyendo la llamada de Taeyong, y la venganza de Jungkook.

Esa parte fue donde Hoseok soltó una carcajada y dejó de comer.

—¿De verdad hicieron eso? No sabía que tenías esa clase de fetiches, Jimin —el rizado negó con una risa, bebiendo un poco de su soda—. Aunque, no es de sorprenderse que Jungkook haya querido hacer sentir mal a Taeyong por hacer lo que te hizo —hurgó en su arroz. Entonces habló sin pensar—. Siempre buscaba lo mejor para ti.

Aquel comentario llamó la atención del rizado, quien parpadeó seguidas veces y apoyó su mentón en su mano. Mirándolo con total atención y cierta duda.

—¿Qué dijiste?

Hoseok se encogió de hombros, pareciendo estar muy concentrado en su comida.

—Es que Jungkook hacía mucho por ti, y se expresaba muy... —torció sus labios, buscando las palabras en su mente—. No lo sé, muy lindo y de una forma que era evidente el amor que había en su relación. Incluso después de haber terminado, siempre estuvo preocupado por ti. De vez en cuando le preguntaba a Namjoon de tu vida, pero como tomaste distancia, no supo nada.

—¿En serio?

Hoseok asintió.

—Se sabía que la relación con Gyuri iría mal porque sólo estaba pendiente de ti.

—¿Y por qué no me dijiste eso?

—Namjoon no me lo dijo hasta hace poco que Jungkook y él hablaron, y le contó de su especie de trato o relación o lo que sea que tengan. ¿Qué hay entre ustedes? —preguntó ahora sí dejando de comer para ponerle atención al rizado.

Jimin suspiró y se recargó en la silla, acomodó sus rizos y chasqueó su lengua antes de cruzarse de brazos.

—No sé —su tono de voz decayó. Triste porque quería todo, pero a la vez, necesitaba su tiempo para saber manejar una cosa en especial—. Me dijo que me seguía amando y que si podía volver a intentarlo conmigo —Hoseok mostró su labio inferior alzando sus cejas—. Le dije que sí pero con calma para ambos.

—¿Y tu odio a sobremanera?

—Jungkook me explicó el porqué de todas sus acciones y lo comprendí. Hacemos muchas cosas tontas por enojo o tristeza.

—¿Entonces ya no te sientes mal respecto a algo con él?

Jimin negó con una sonrisa saliendo de sus labios, volviendo a su comida. Se sentía bien, a gusto, con sus nervios volviendo a florecer, y las famosas polillas cambiaron a unas mariposas revoloteantes cada que escuchaba el nombre del castaño que siempre fue dueño de su corazón.

—Estoy bien, creo que estamos bien. Hemos hablado las cosas, y dice estar dispuesto a responderme todo.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿También estás dispuesto a abrirte con él de esa forma cómo responderle preguntas que te haga del pasado?

Jimin mordió su labio. Hoseok lo conocía tan bien como para recalcar que no era un libro abierto con todas las personas. Jimin siempre mantuvo cosas suyas en privado, guardándose muchas; quejas y disgustos. De hecho, aún trabajaba en ello.

Jugó con sus manos y bebió un poco de su soda.

—Haré las cosas bien esta vez —sonrió—. No voy a guardarme nada.

—Ese es mi idiota favorito —aplaudió Hoseok con burla, ganándose un quejido de parte de Jimin.